jueves, 6 de diciembre de 2007

Siempre con nosotros



Quiero Iniciar este texto con una disculpa. Cuando se creó este espacio era también para mantenerlos cercanos a nosotros y puedan llegar a ustedes nuestros rostros e historias, en especial, las de mi papá y el estado de su salud. Siento mucho que este post tenga tanto retraso, pero, y espero comprendan, se necesita mucho coraje para digitar las teclas y armar estas frases.

El Sr. Humberto Rodríguez Macedo, luego de una vida llena de felicidad, luego de recibir todo lo que pudimos darle, falleció el miércoles 14 de Noviembre del 2007 a las 2:15 de la tarde, mientras mis ojos contaban los segundos de una lenta respiración, mientras mi familia estaba en su entorno. Nunca estuvimos solos, la familia y los amigos fueron un apoyo constante y fuente renovadora de las fuerzas. Al día siguiente, luego del velatorio acá en Lima, lo llevamos a la ciudad de Tarapoto para enterrarlo en el distrito de la Banda de Shilcayo. Al llegar al eropuerto, el sol y los amigos nos recibían.

El velatorio fue hasta el día siguiente (viernes), día en el que recorrió la ciudad: Colegio Virgen Dolorosa, Municipalidad Provincial de San Martín y Asociación de Municipalidades de la Región San Martín (AMRESAM). Lugares donde fue muy querido, lugares a los que dedicó su labor. A las 3 de la tarde nos dirigimos a la Iglesia de La Banda para luego dirigirnos al entierro en el cementerio del mismo distrito. Mientras le dedicábamos cantos su cuerpo fue enterrado. Fue el mayor momento de paz alcanzado por mi familia, sabiéndonos juntos, confiados de que todo lo podemos si caminamos de la mano, sabiendo que le dimos todo lo que pudimos darle, sabiendo que vivió la vida que siempre quizo, sabiendo que disfrutó de su trabajo, de su familia y de grandes amigos. El viernes 16 de noviembre, hasta las 6 de la tarde, la familia Rodriguez Ruiz Córdova cantó, cantó con paz y cantó con fe. La muerte jamás se llevará su recuerdo. El amor y la gratitud recibidos durante estos días han sido más fuertes que ella, y han logrado hacer inmortal a un hombre que vivirá por siempre en las pupilas de las más de 300 personas que fueron al entierro, de aquellas que no pudieron ir, de aquellos que lo recuerden con alegría y de los que aprendan de él. La historia no ha concluído, esta página no se cerrará. Este es el incio de todo, es el momento de construir y desde acá les contaremos sobre su vida y sobre su lucha.

Humberto Rodríguez Macedo fue un guerrero admirable hasta el último segundo de su vida, hasta el último cartucho de sonrisa, hasta la última gota de amor. Jamás se quejó de la enfermedad; su paciencia, digna de un santo, nos daba tranquilidad. Un hombre valiente en la vida, ante la muerte de mi madre, ante el fusil del terrorista, ante la enfermedad, ante su propia muerte.


Recordémoslo con alegría.