lunes, 12 de noviembre de 2007

Situación actual

Amigos:

El sr. Humberto Rodriguez, mi padre, está ya en la última etapa de la enfermedad. Sus pulmones están llenos de líquido por el derrame pleural. No pueden drenarlo, no pueden intervenirlo, no pueden tocarlo. Sólo podemos controlar con oxígenos y calmantes. Él en este momento descansa con los calmantes y desde cama, dormido habla y recuerda a su querido San Martín y a muchos de ustedes.
Queridos amigos, los que crean en Dios, en Buda, en Alá, en Jehová, en la materia que no se destruye y se transforma, en el alma pura o en la tecnología; denle por un momento otro curso a su fe, a su esperanza, a su creencia, y fijen el rumbo hacia mi papá. Oren, piénsenlo, recuérdenlo riendo, recuérdenlo tomando el pelo a los demás, recuérdenlo buscando paz, no lo olviden, deséenle lo mejor y recuerden las cosas que con el ejemplo ha enseñado.

Familia Rodriguez.


domingo, 4 de noviembre de 2007

Iniciándonos




Aún tengo la sensación de que hace sólo unos días atrás cenábamos en el tambo de la huerta junto a mis tías. Celebrábamos el día de los Reyes Magos, entrábamos al 2006. Pedimos perdón por las faltas cometidas, agradecimos por un nuevo año y agradecimos por todo lo que Él nos daba. Mi padre reflexionaba mientras reía, mis tías reían y lloraban recordando quizá todas las cosas que son capaces de acontecer en un año. Mi madre, sensata, agradecía con un poco de temor, todas las bendiciones que teníamos eran dignas de un sueño (Mi madre goza de un sexto sentido muy desarrollado) Yo sentía una profunda paz. Había dejado muchas cosas atrás, no había ninguna prisa en regresar a Lima, el año había terminado de manera accidentada. Pero qué es el hombre sin esperanza? Otro año se inauguraba junto a la familia mientras sentía el aire caliente que la tierra exhala, feliz por el reencuentro. Derrepente, esa noche, sentía que la felicidad entraba para quedarse. La mesa estaba llena de comida hecha por todos y la brisa corría acariciando. Otras imágenes venían a mi mente. Muchos años atrás, en el barrio de la calle Gregorio Sánchez a Don Humberto los niños lo llamaban Don Profe. Una pequeña generación que vivió al rededor de lo que él organizaba (Carnavales, Halloween, dinámicas, concursos, juegos, caminatas a la laguna venecia) no le satisfacía anteponer el "Don" a su nombre, sino que le agregaban el "profe". Mi papá era un niño más entre nosotros. Mi infancia y la de mis hermanos fue más que afortunada. En ese momento me di cuenta que había crecido, que habían pasado los años, que me había hecho severa, que hoy nos sentimos más grandes, más serios, nuestros huesos más largos y nuestras preocupaciones más pesadas, pero si hay algo que debía aprender de mi infancia y de mi padre es que nunca debemos dejar de ser niños. El 2006 empezaba con buen pie.

En febrero del mismo año, una placa de rayos X hizo que la vida cambiara por completo y no parara ni bajara la velocidad hasta el día de hoy. Las células se multiplicaron sin darnos cuenta, el cáncer había entrado a convivir con nosotros. Sin embargo, nuestra escencia no ha cambiado. Es por eso que toda mi familia ha deseado construir este espacio, no sólo para recordar lo pasado, sino para vivir cada segundo de felicidad en el presente. Para que todos ustedes, amigos, sepan qué cosas vivimos, qué grandes felicidades de pequeños momentos somos capaces de sentir. Y que sigan aprendiendo de la VIDA de un hombre que jamás se irá de nosotros. Siempre se quedará en nuestras risas, nuestras memorias y nuestras luchas. También es un espacio de agradeciemiento. Gracias a todos aquellos que estuvieron desde los inicios de nuestra historia como familia, gracias a los que se sumaron en el camino y formaron parte de nuestras vidas, gracias a los que hoy, a pesar de la distancia, nos apoyan y nos dan fuerzas, gracias al que recién conoce de nosotros y entra a este espacio, porque extenderá la vida en la memoria.


Los invito a entrar siempre a esta sala de historias alternadas.

Familia Rodriguez Ruiz Córdova Torres